Desde la sencillez, desde lo cotidiano queremos ofrecer en este espacio las reflexiones de Vicente, sacerdote que nos ayudó a celebrar en el colegio nuestra fe. Ahora no puede hacer ese servicio, pero le seguimos teniendo como referente.
Como enseguida veréis son palabras que nacen del día a día, de lo que a todos nos pasa y de la presencia de Dios en medio de todo eso.
Esperemos que estos textos os puedan ayudar a pensar/reflexionar/rezar desde lo sencillo.
En los últimos meses la parroquia en la que el Padre Vicente trabaja va colgando en su canal de YouTube vídeos con las homilías de los Domingos y "Escuelillas de vida" comentadas por él mismo. No tienen desperdicio así que animaros a ir escuchándolas.
Artículos anteriores:
- La casa ocupada.
- La fuerza de lo débil.
- Olor a tierra mojada.
- La conciencia en la voz el alma,..
- Disponibes o distraídos.
- Esejos vivos.
- Que no te suden los ojos mamá.
- La pendente de la existencia
- Sana el corazón enfermo
- Buscando las cosas de arriba
- Haremos morada en Él
- Desear el bien está a nuestro alcance. Realizarlo no
- Por una vez en la vida
- De las puertas cerradas, a la valentía del anuncio
- Os haré salir de vuestros sepulcros
- Las buenas noticias llegan desde dentro
- La conversión de los buenos
- No pierdas nunca la esperanza
¿DE QUÉ SIRVE CREER?.
Introducción. Estamos terminado el año
de la fe, y la verdad es que es necesario agradecer y valorar el Credo recibido
de la gran tradición de creyentes que a lo largo del tiempo nos han dejado un sintético
resumen de las verdades fundamentales de nuestra fe. Durante siglos, hombres y
mujeres del mundo entero, han proclamado la confianza depositada en un Dios que
es familia, comunidad de vida y de amor. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios
familia que nos ha dado por puro amor su Vida, manifestada en su cercanía y su
presencia por la Encarnación de su Hijo Jesucristo. Tras pasar por la muerte,
por el dolor, por la soledad y por la humillación, nos ha regalado la gran
noticia que la muerte no tiene la última palabra, sino que el amor es más
fuerte que todas las muertes, y que la resurrección es capaz de transformar los
caminos de la historia.
Tener
una gran nube de testigos nos hace más fácil creer. Hombres y mujeres que han
llegado a dar su vida, hasta el extremo, por Cristo y por el evangelio. "En
consecuencia: teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con
constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y
al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra
fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soporto la cruz, despreciando la
ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios". Heb 12,
1-2.
Creemos
en la Iglesia como comunidad de creyentes, continuación en la historia de la
comunidad de Jesús que formó al llamar a los primeros discípulos, a los que
luego envió a predicar su palabra. Creemos en que la vida que nos regala Dios no
termina, se transforma. La muerte ha sido vencida, ya no estamos condenados a
vivir con miedo y con temor. El amor es capaz de expulsar todos los miedos
incluidos el miedo a la muerte. Creemos en el perdón de los pecados, en la
fuerza curativa de los sacramentos, y en la salvación.
Pero
es una tarea inaplazable construir nuestro propio credo, el que de forma
existencial nace de la experiencia de vivir nuestra vida desde la fe. Es
necesario personalizar e interiorizar nuestra fe, traducirla en nuestro propio
lenguaje. Ver que nuestra vida cotidiana está llena de luz, de reflejos que
saben a Evangelio, que Dios deja de ser una idea y se convierte en un amigo. Claro
que creemos en el Dios que nos enseña la Iglesia, en el Credo de los apóstoles,
pero que necesario es que los creyentes
no seamos sólo repetidores de unos dogmas, o de unas verdades aprendidas,
formuladas en un lenguaje frío y distante. Sino protagonistas que hacen vida lo
que han aprendido. Hacer experiencia de aquello que sabemos por la fe. No es lo
mismo saber la receta de la paella, que cocinarla y comérnosla junto a los
amigos. No es lo mismo leer un libro de autoayuda que nos recuerde lo valiosos
que somos, que vivir cada día seguros del valor de nuestra vida, con la
confianza, la alegría y el ánimo de quien sabe que va a triunfar. No es lo
mismo recitar el credo, que sumergirse en la experiencia de sabernos y vivir como
hijos de Dios.
Lo que Dios nos dice. " Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu ; y su fama
se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo
alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su
costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le
entregaron el rollo del profeta Isaías
y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los
pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a
poner en libertad a los oprimidos; a
proclamar el año de gracia del Señor. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al
que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él
comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír".
Lc 4, 14-21.
Actualizar
la fe es descubrir que lo que Dios promete lo vamos reconociendo como real. Todos
los relatos donde Jesús sana, cura, libera, anima, perdona, todo eso se cumple
hoy en las personas que se dejan, que abren la puerta, que bajan de sus
orgullos y de sus fortalezas, y se ponen a dialogar con Jesús cara a cara como
Zaqueo. Hoy ha llegado la salvación a esta casa, significa que podemos sentirnos
salvados, liberados, de todo nuestro pasado. Acompañados en todo momento por
aquel que nos amó primero.
"Lo que existía desde el principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y
palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo
visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida
eterna que estaba junto al padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído
os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión
es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro
gozo sea completo". 1ªJn 1,1-4.
Cómo podemos vivirlo.
Tenemos que hacer un ejercicio continuo de reconocer y de agradecer lo que
diariamente vivimos de la fe. Nuestra vida de oración, nuestros días
acompañados por la palabra que nos acompaña. La cercanía de un Dios al que
descubro en todo lo que vivo. Tener una comunidad con la que poder compartir la
fe es un regalo, tener la posibilidad de celebrar, de compartir, de aprender,
de proponer, de comprometerme a que las cosas cambien, mejoren, se transformen.
Poder prestar mi tiempo, mi sensibilidad, mi escucha
y mi solidaridad, escuchando el sufrimiento de los demás, su soledad, su
tristeza. Visitar enfermos, enseñar al que no sabe, compartir alegrías e
ilusiones, todo es vivir la fe, crear el Reino, mostrar que Jesús está vivo, y
nosotros somos testigos de esa espiral de amor, de aire limpio, de frescura, de
novedad, que nos regala la fe.
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