LAS BUENAS NOTICIAS LLEGAN DESDE DENTRO.
Introducción. ¿Cuántas veces al día
miramos la pantalla de nuestro teléfono móvil para saber si hay alguna
notificación, algún mensaje, algún correo? Es un acto reflejo, espontáneo,
mecánico. Sacarlo del bolsillo y mirar,
si no hay nada pues lo guardo, pero si la pantalla me indica con un pequeño
icono que alguien ha pensado en mi, y me ha dedicado su atención y su tiempo para comunicarse conmigo, capta mi atención,
se enciende una lucecita de la curiosidad, de la esperanza, de que algo nuevo
puede ocurrir. Información, alertas, planes, invitaciones, eventos. Abiertos a
lo que llega a nuestra mente y a nuestro corazón a través de las redes
sociales, nos dispone a acoger, a contestar con inmediatez, a rechazar, a reenviar,
a eliminar, o añadir. El chiste, la foto, la última notica, o el dato que me
faltaba para terminar una gestión. Nuestra vida cada vez depende más de lo que
me llega de fuera, y eso es ciertamente peligroso y adictivo. Ya no puedo vivir
sin el teléfono, y si se pierde me muero, y si me quedo sin batería y no tengo
el cargador me enfado. Nos vamos rodeando cada vez más de tecnología que nos
hace dependientes de un enchufe, de un cable, de una red wifi.
Pensaba que la palabra que utilizamos para
definir esta nueva forma de comunicarnos, la palabra red, está llena de
diferentes acepciones. Red que salva, como la del trapecista que le da
seguridad para ejercitar sus complicados números y atracciones garantizando
seguridad. La red del deporte, del tenis, la red de las porterías de futbol que
alegran a toda una ciudad cuando quien perfora la red es el jugador de tu
equipo, o de tu selección. Pero la
palabra red también tiene el sentido de asfixia, de atrapar, de enredar. Las
redes de los pescadores que arrastran a los peces al exterior, que los cazan y
los matan. Y creo que es bueno recordar que las buenas noticas llegan desde
dentro, llegan desde el reconocer lo amados que somos por las personas que la
vida y el buen Dios, nos ha regalado conocer y asociar a lo que somos y
vivimos. Y que con la misma avidez y atención que miramos las pantallas de
nuestros teléfonos, o de nuestras tablets. Con la misma ilusión podemos mirar a
nuestro interior y reconocer, escuchar, y alegrarnos de las continuas palabras
de vida que nos dirige quien más nos ama.
Lo que Dios nos
dice. " No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que
realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino en el
desierto, corrientes en el yermo". Is 43,18-19. Hay algo nuevo que le ocurre diariamente a
nuestras vidas y es que tenemos un Dios permanentemente pendiente de nosotros,
con todo su amor, con todo su cuidado. Puede que no nos demos cuenta y que no
le veamos. Pero está, y si voy abriendo la puerta de mi libertad a esa
posibilidad, descubriré con sorpresa que he sido mucho más amado y mucho más
valorado de lo que nunca había imaginado.
"Y ahora esto dice el Señor, que te creó, Jacob, que te ha
formado, Israel: No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú
eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente no te
anegará; cuando pases por el fuego, no te quemaras, la llama no te abrasará.
Porque yo, el Señor, soy tu Dios; el Santo de Israel es tu salvador. Entregué
Egipto como rescate, Etiopia y Saba a cambio de ti, porque eres precioso ante
mí, de gran precio, y yo te amo. Por eso entrego regiones a cambio de ti,
pueblos a cambio de tu vida. No temas, porque yo estoy contigo". Is
43,1-5. Qué alegría tan grande nos produce que alguien se acuerde de nosotros,
que nos piense, que nos considere valiosos. Vivimos una necesidad innata desde
la más tierna infancia de saber que estamos profundamente acompañados, seguros
y cuidados. Cómo si de un bebe se tratase necesitamos presencias cercanas,
piel, calor, olor a madre.
"Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. Sino que
acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre; como un niño
saciado así está mi alma dentro de mí. Espere Israel en el Señor ahora y por
siempre". Sal 131. Hay una gran noticia con la que podemos empezar
a vivir cada mañana y es que tenemos origen, tenemos cimiento en el que
edificar todo nuestro proyecto de vida. Hay manos que nos sostienen, hay un
corazón que nos ama, que nos piensa, que nos sueña. Hay una personas que
expresa, que comunica, que dialoga. Que nos conoce y nos cuida.
"Cuando Israel era joven lo amé y de Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí. Sacrificaban a los baales,
ofrecían incienso a los ídolos. Pero era yo quien había criado a Efraín,
tomándolo en mis brazos; y no reconocieron que yo los cuidaba. Con lazos
humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un
niño hasta sus mejillas. Me incliné hacia él para darle de comer". Os
11,1-4. "Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él
rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura; Como un padre
siente ternura por sus hijos, siente ternura por los que lo temen; porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro". Sal 103.
Cómo podemos vivirlo.
Descubrir que mi vida está acompañada y cuidada es un proceso de aprendizaje,
de acogida de esa realidad a la que la fe me invita a entrar. A través de
innumerables cuerdas humanas y lazos de amor, voy entendiendo que todo lo que
tengo es un regalo. ¿Qué tenemos que no hayamos recibido? Es un regalo la vida,
los sentidos, todas las posibilidades, talentos y capacidades que me regala mi
corporalidad. Es regalo todas las facultades mentales, la inteligencia, la
memoria. Son regalos las personas que Dios ha puesto en mi vida y que me han
enseñado todo lo que sé. Si Dios me enviara un WhatsApp, o un mail, sentiría
que mi vida le importa. Pero lo cierto es que todo lo que nos rodea son
declaraciones continuas de su amor. Ojalá escuchemos la cantidad de buenas
noticas que nos llegan desde dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario