NO PIERDES NUNCA LA ESPERANZA.
Introducción. Me sorprende que en medio
de estos tiempos que vivimos con constantes noticias sobre corrupción,
escándalos, robos, de profundas decepciones y sospechas sobre la bondad de lo
humano, donde se falsea continuamente la realidad, Dios siga firmemente
convencido de nuestra necesaria participación en su obra de salvación. No se
conforma con salvarnos, con ayudarnos, sino que nos quiere protagonistas y
responsables en esta historia de Amor y de salvación. Continúa creyendo
firmemente en que nuestras posibilidades siguen intactas para que, unidos a Él,
podamos dar frutos de justicia, de paz, de alegría. "Brille de tal modo
vuestra luz delante de los hombres que, al ver vuestras buenas obras, den
gloria a vuestro Padre que está en los cielos". Mt 5,16. Nos ve el
Señor capaces de colaborar con Él, para realizar su proyecto de salvación. De
la misma manera que consideró valido al niño que le presentó sus tres panes y
sus cinco peces, o la vida de Pedro, que después de negarle tres veces, le
confía el cuidado de lo que más ama, su Iglesia. Cómo consideró válidas las
vidas de tantos hombres y mujeres, que sintiéndose indignos, pobres y
pecadores, le han prestado su vida para que su Palabra sea conocida, vivida, y
experimentada en tantos corazones.
" Esto es bueno y grato a los ojos de
Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" 1ªTim 2,3-4. Dios nos ha regalado ser
colaboradores en la obra de la salvación, y en la construcción de su sueño en
la tierra. Decía San Agustín:"El que
te creo sin ti, no te salvará sin ti". Nadie nos ha pedido permiso
para darnos la vida. La hemos recibido como un regalo, como una sorpresa. Poco
hemos decidido sobre el dónde hemos nacido, quienes son nuestro padres, o el
país de origen. No elegimos ni nuestro físico, ni nuestras habilidades, ni
talentos. Sólo podemos acogerlas y disfrutarlas. Pero el cómo emplear este
regalo que es la vida sí que es una decisión íntima y personal, libre e intransferible.
Todo nuestro ser es neutral. Las manos las podemos emplear en abrazar y
acariciar, o se pueden convertir en puños violentos que agreden y dañan.
Nuestra boca puede ser una fuente inagotable de besos, de palabras bonitas, de
canciones y sonrisas. O por el contrario podemos matar con nuestras palabras,
con nuestros juicios y críticas. Podemos herir, amenazar, entristecer.
Mis pies me pueden llevar al encuentro del otro, ir
a buscar al que me necesite, viajar recorriendo paisajes inolvidables, recorrer
calles y plazas alegrando y gozando. O se pueden volver armas que patean, que
pisotean, que destrozan.
Y
así todo lo que somos, todo lo que nos constituye, nuestra mente, nuestro
corazón, nuestras fuerzas. Hay mentes puestas al servicio del mal, del diseño
de armas, de drogas, de negocios donde el ser humano se convierte en mercancía.
Y hay mentes al servicio del desarrollo, de la justicia, de la salud, del arte
y la belleza. Hay corazones maduros que acogen a los demás como son, con sus
problemas, con sus gustos, con sus esperanzas. Y hay vidas que se convierten en
jueces de los demás. Que discriminan, que enjuician, que emiten continuamente
veredictos sobre quien vale y quien no, quien se salva y quien se condena.
Juicio o misericordia, acogida o rechazo, generosidad o egoísmo, compasión o
indiferencia, compromiso o evasión. Tu elijes.
Lo que Dios nos dice."Tratad a los demás como queréis que ellos os traten a vosotros.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a quienes
los aman. Si hacéis bien a quien os lo hace a vosotros, ¿qué mérito tenéis?
También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes
esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores se prestan entre
ellos para recibir lo equivalente. Vosotros amad a vuestros enemigos, haced
bien y prestad sin esperar nada a cambio; así vuestra recompensa será grande, y
seréis hijos del Altísimo. Porque él es bueno para los ingratos y malos. Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso". Lc 6,31-36.
Frente a las situaciones que nos toca
afrontar en nuestra vida solo hay tres opciones. El lamento, la evasión o el
compromiso. Lamentarnos, victimizarnos, quejarnos, no soluciona nada. Sólo crea
unos ambientes de pesimismo, de tristeza, de resignación, de inmovilidad, que
invitan a alejarse y a huir. La evasión es la opción más fácil. Tenemos mil
ofertas para olvidarnos de nuestras responsabilidades y de nuestras
obligaciones. Convertirlo todo en risa, en broma, en superficialidad, hace que
no tengamos que tomar grandes decisiones. Aplazamos los grandes conflictos,
pero nos volvemos unos eternos infantiles, sin estructura para afrontar los
momentos duros de la vida, que más pronto que tarde, siempre llegan. Por último
nos invita el Señor al compromiso.
"Y dirigiéndose a sus discípulos
añadió: -Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue
con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve al hombre
ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿O qué puede dar a cambio de su
vida?". Mt 16,24-26.
Comprometerse significa que acojo la
realidad, y a las personas, como son, como están. No huyo de dar la vida, no en
lo agradable, en lo fácil en lo bello. Sino en cualquier situación, porque me
siento acompañado por el Buen Dios, que vive conmigo, que se alegra conmigo,
que sufre conmigo, todo lo que me toca vivir.
Cómo podemos vivirlo. Las personas que
viven con el corazón compasivo dejan a su paso ambientes de Reino de Dios.
Dejan a su paso el aroma del amor, de la alegría, de la paz. Levantan
situaciones decaídas, consuelan, ilusionan, crean inventan. Por el contrario
los que viven centrados en sí mismos, dejan su alrededor el hedor del egoísmo,
del que sólo se mueve por interés, por utilización. Y el destino de las
personas egoístas es la soledad y la tristeza. Tu elijes.
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