martes, 1 de enero de 2013

2013/04/21 POR UNA VEZ EN LA VIDA



POR UNA VEZ EN LA VIDA 21/04/2013
            
           Introducción. Noto una invitación repetida una y otra vez de parte del Señor a volver a ser pequeños y sencillos como los niños. Atentos a lo que cada día ocurre, con detalle, con cuidado, poniendo lo mejor de nosotros en lo que hacemos, sin esperar lo extraordinario, lo brillante, lo exitoso. No todo en la vida es eficacia, utilidad, y objetivos cumplidos. Hay que dejar un amplio espacio a la sorpresa, a la contemplación de la realidad que me envuelve, que me llama, al juego, a la espontaneidad, al humor, como los niños. "Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí." Mt 18,2-5.
 

               Porque nuestra tendencia espontánea es fijar nuestra mirada en lo grande, en lo espectacular, en lo que trasciende y deja huellas imborrables en la historia. Nuestro paso por el mundo es muy breve y anónimo. Cuantos millones de hombres y mujeres que han poblado el planeta a lo largo de los siglos han pasado, han vivido y no sabemos nada de ellos. Ni sus nombres, ni sus logros, ni sus fracasos. Y en absoluto significa que sus vidas sean estériles o infecundas. Posiblemente han sido fieles a lo que tenían que vivir, que aprender, que amar. Han unido y asociado sus vidas a otras personas para los que han sido verdaderamente importantes y han creado relaciones nuevas, con creatividad, y los que los han tenido cerca han reconocido sus vidas como buenas noticias para los demás.

               Cuanto influye la providencia, para que nuestras vidas se crucen a lo largo de una vida y nos conozcamos. Da vértigo pensar que perfectamente y estadísticamente podíamos no conocernos, ni querernos, las personas a las que amamos y conocemos. Es muy entrañable y sorprendente escuchar las historias que cuentan las parejas de cómo se conocieron. O cuando contamos los religiosos o los curas, como nos llegó la vocación, está lleno de casualidades,  de anécdotas, de circunstancias que si no se hubieran dado, nada sería lo que después fue. Cuanta gratitud, cuanto amor, acompaña cada una de nuestras vidas y de nuestras historias. Es como para agradecer y admirar. Por eso nuestra preocupación tiene que ser como la de un niño. Reír, disfrutar, aprender, jugar y sorprenderme continuamente de lo que vivo. Preguntar, caerme, llorar, y volverlo a intentar. Porque no estamos solos, nuestra vida la acompaña y la cuida el que más nos quiere. Nuestro Buen Dios.




                   Lo que Dios nos dice. Nuestra memoria filtra mucho los datos que recuerda. Y solemos grabar los datos relevantes, pero hay en lo pequeño, en lo cotidiano, una cantidad de imágenes, de personas, de olores y sabores, de risas, de sonidos, que no sirven para aprobar un examen o una oposición, pero sí que sirven para sacar de nosotros una sonrisa, una carcajada, o unos ojos llorosos invadidos por la emoción y la alegría, que nos hacen sentir dichosos, felices, gozosos. "Al cabo de mucho tiempo viene el Señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. Su Señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu Señor. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: ¡Señor, dos talentos me dejaste; mira he ganado otros dos". Su Señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu Señor. Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. El Señor le respondió: Eres un siervo negligente y holgazán". Mt 25,19-26.
               Hace 50 años la Iglesia estaba viviendo el Vaticano II. Hace 50 años nació el Verbum Dei en la isla de Mallorca. Hace 50 años un montón de hombres y de mujeres se conocieron y decidieron compartir su vida, amándose, trayendo al mundo hijos e hijas. Hace 50 años hombres y mujeres se entregaron a Dios y se consagraron como sacerdotes o religiosos. Hace 50 años los trabajadores vivían sus profesiones de forma responsable. Y los científicos invertían sus mejores energías para hacer que la ciencia avanzara. Los artistas desplegaban sus talentos y captaban la belleza que envuelve la realidad. La historia graba con letras doradas los nombres de mujeres y hombres que han hecho cosas de una gran trascendencia. Pero el mundo lo mueve y lo sostiene las manos providentes de nuestro Dios, y la entrega fiel, diaria, anónima, de tantos que sin buscar fama o gloria entregan diariamente lo mejor que tienen. "Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir". Mc 12,43-44.

            Cómo podemos vivirlo. Sin ahorrar en afectos, esfuerzos y cariños. Cada día es una nueva oportunidad de compartir con los demás los talentos que se nos han sido dados. Sin perder tiempo en comparaciones, en envidias o en rivalidades. Todos somos necesarios en este maravilloso proyecto de hacer del mundo un reino de hermanos. Todos llamados a compartir la misma vocación desde la sensibilidad particular que cada uno tenemos. Todos necesarios e imprescindibles. Todos uno agradecidos de los regalos y los dones que gratuitamente recibimos cada día. Compartamos gratis lo que gratis recibimos.

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