LA CASA OCUPADA. 27/10/2013
Introducción. Si Dios quiere el próximo sábado celebraremos la inauguración de una
nueva casa del Verbum Dei en Valencia, y celebraremos la transformación de un
local que durante mucho tiempo fue un bar, construido y diseñado para otro fin, pero que gracias al trabajo, y
a la generosidad de las personas de fe, se ha podido transformar en casa de
espiritualidad, en lugar santo, donde muchas personas podrán encontrarse con la
bondad y la misericordia de Dios en sus vidas. Me ayuda, y me asombra esa
posibilidad que Dios hace con nuestras vidas , y con toda la realidad, de
hacerlo todo nuevo. "Y dijo el que estaba sentado en el trono. Mira, hago nuevas todas
las cosas". Ap 21, 5. ¿Quién la iba a decir a esas paredes y a
esos suelos que tantas colillas, tantas cabezas de gambas, y tantos huesos de
aceitunas han soportado, que iban a acoger la Palabra? ¿Ese ambiente cargado de
humo, de voces, de protestas viendo un partido de futbol, o hablando de
política, ahora serán tienda de encuentro entre Dios y sus hijos?
Cuantas
veces tendremos que agradecer las apuestas arriesgadas que Dios hace con
nuestras vidas. Y con la vida del mundo, donde lo que nosotros vemos es un
desierto, un caos, una realidad que no puede transmitir vida, pero Dios ve la
realidad con sus ojos esperanzados, y tiene la convicción que si la cuida, la
ama, al final será capaz de albergar grandes frutos.
Lo que Dios nos dice. Puede ser que
durante muchos años nuestra vida se haya dedicado a otras actividades, que
nuestros deseos hayan sido otros. Pero la oferta del Señor nos regala la
posibilidad de nacer de nuevo, de volver a empezar, de renovarnos desde lo más
profundo de nuestro interior, y ser creaturas nuevas, capaces de dedicar lo
mejor de nosotros a construir un reino de vida y de amor. " Sin embargo, todo eso
que para mí era ganancia, lo he consideré pérdida a causa de Cristo. Más aún:
todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con
tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la
ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y
se apoya en la fe. Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y
la comunión en sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de
llegar a la resurrección de entre los muertos". Filp 3,7-11.
Hay una imagen que utiliza la Biblia de comparar el
corazón de los humanos con una casa. Y depende de quien la habita es una casa
llena de vida, de luz, de amor, o por el contrario un lugar de oscuridad, que
ahuyenta, que provoca rechazo. Nuestros corazones, como nuestras casas,
expresan hacia fuera las personas y los ambientes que las habitan.
"Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca". Mt 12, 34.
Y
yo mirando mi propio corazón descubro que he vivido esa evolución, y esa
transformación, naciendo de nuevo a una nueva forma de vida. Es cierto que en
momentos se ha convertido en una cueva de ladrones. Una cueva donde habitaba la
insatisfacción, la no aceptación de quién era yo, y de cómo me trataban los
demás. En mi corazón estaban los ladrones de afectos, mendigando por todos los
rincones la valoración, el amor, el cariño que ni sentía ni encontraba.
Invertimos
muchas de las mejores energías de nuestra vida en buscar aceptaciones,
valoraciones, buscando fuera, en las personas, en los éxitos, en las metas, lo
que sólo nos puede dar el encuentro con quien nos ha creado. Hasta que ha
venido el que es capaz de poner orden, el que limpia, el que expulsa a los
vendedores del templo, el que devuelve la dignidad, y la auténtica identidad a
quien la ignoraba.
"Todos
los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los
escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y
salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer
estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia." Jn
10, 8-10.
Es la mirada misericordiosa, y la esperanza ciega en que su amor es
fuente de salud, de alegría, de renovación lo que le hace a Jesús acercarse a
todas las gentes y ofrecerles que le sigan. Y hace que los ciegos vuelvan a
ver, que los cojos salten de alegría. Que los corazones desconfiados y heridos
vuelvan a amar, y que un valle lleno de huesos secos, se vuelvan a cubrir de
vida.
"Hasta que se derrame sobre nosotros un espíritu de lo alto, y el desierto
se convierta en un vergel, y el vergel parezca un bosque. Habitará el derecho
en el desierto, y habitará la justicia en el vergel. La obra de la justicia
será la paz, su fruto, reposo y confianza para siempre. Mi pueblo habitará en
moradas apacibles, en tiendas seguras, en tranquilos lugares de reposo".
Is 32,15-18.
Cómo podemos vivirlo. Hay veces que
nuestra vida parece una casa okupa, de puertas abiertas donde hay mil cosas que
nos preocupan a la vez. Mil voces se oyen en ella, mil exigencias a las que
responder. Y es muy cansado, contando solo con nuestras pocas fuerzas, poder
hacer frente a tantas responsabilidades. Invitar a Jesús a que se quede en
nuestra casa, como hizo Zaqueo, es invitar a quien está a gusto, a quien trae
la salvación a esta casa. Nos invita a
sentarnos a sus pies a escuchar la maravilla de vida que nos quiere regalar.
Como hizo con las hermanas Marta y María. Nos regaña si andamos fatigados y
agobiados, nos invita a compartir con Él el suave yugo, y la suave carga, de
vivir amando, regalando lo mejor de nosotros todos los días de nuestra vida.
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